jueves, 29 de octubre de 2009

Buenos días, Sr. Contenedor

Vivo en una casa baja, en las afueras. Suelo dejar el coche aparcado enfrente de la puerta de mi casa. Al otro lado de la calle hay un parque y entre éste y la acera unos contenedores: uno para orgánicos, otro para vidrios y otro más para plásticos. Desde hace tiempo, cuando salgo a la calle por las mañanas, lo primero que veo antes de montarme en el coche para ir a trabajar es a un personaje que me saluda sonriente desde el contenedor de plásticos y envases ligeros. Siempre está allí.

Su mirada me recuerda a la del búho del chiste: aprender, no aprende, pero !cómo se fija!:



Es otra de las apariciones que, creo, merecía por derecho propio figurar en este cuaderno de trebejos. No es un bichipene propiamente dicho, pues tiene brazos y manos, y en general un aire distinto, pero creo que está emparentado con la gran familia de los smileys.


Sí, definitivamente, será una más entre las criaturas de este blog.


Hasta me cae simpático el tipo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Bichos raros

No logro acostumbrarme a las continuas apariciones de dibujos entre mis papeles. ¿Quién será su autor? ¿Cuál será su intención? ¿Por qué soy yo siempre el que los encuentra? Todo esto, como es comprensible, me intriga e incita mi curiosidad.


La avalancha de bichipenes parece haber remitido, pero ahora me encuentro estos otros especímenes, aun más extraños. Bueno, al menos tan extraños como aquellos, porque, aunque ya casi me había habituado a sus formas grotescas, no se puede decir que los bichipenes fuesen muy normales, la verdad.

Veamos los nuevos monstruos:




Está claro que cada uno es de su padre y de su madre, es decir, que no tenemos ni idea de dónde proceden.

Estos otros de aquí parecen estar flotando:




Al igual que estos:


El que viene ahora me suena algo:



Y este de abajo también. Si no fuera por las patas, diría que ambos pertenecen a la conocida especie tantas veces aparecida en este blog. Pero tienen algo más que los diferencia:


Tal vez sea la expresión.


Del siguiente sólo puedo decir que es igualmente inclasificable:

Para acabar la serie, veamos un retrato de perfil:

Aunque, visto lo anterior, no sabría especificar si es el retrato de un rostro o lo es de cuerpo entero. Si aparecen más pistas, lo haré constar...

sábado, 3 de octubre de 2009

Las cosas que se ven...

A veces vemos lo que no vemos y no vemos lo que vemos. O sea, que podemos ver lo recto, curvo y lo curvo, recto. Y no es porque uno se empeñe en ver lo que uno quiere, que también, sino porque las leyes que rigen nuestra percepción son así de caprichosas, aunque sean, al mismo tiempo, bastante eficaces. Ofrézcanse dos puntitos a mi vista, y ésta los convertirá en una cara. Una cara que ríe, llora, canta o me hace compañía.

Como cada vez veo con menos nitidez -los ojos también se rinden con autonomía al cansancio - mi vista tiene que hacer trabajar más a las neuronas que completan, o incluso fabrican, las imágenes por su cuenta. El resultado es que a veces creo que he visto lo que en realidad no he visto.

Un niño y una niña se dan un tierno besito bajo un paraguas. ¿Qué cree mi vista que ha visto? Ni más ni menos que algo parecido a esto de aquí abajo:



Increíble, ¿verdad? Menos mal que sé cómo funciona mi sentido de la vista, que si no...


(Dedicado a Vero, auténtica autora de este post: ella creó la imagen del niño y la niña que yo interpreté de forma tan peculiar y después ella misma coloreó el dibujo de esa interpretación. Gracias, artista).